jueves, 16 de julio de 2015

Camisas.

No voy a matarte.

Seguiré aletargada, moviendo las manos al ritmo de alguna canción mientras siento tus labios contra mi nuca, tus brazos rodeándome en un gesto con más amor que lujuria y tu aliento en mi espalda.

Dejaré de llorar, lo prometo, porque sólo mereces sonrisas después de todo el bien que me haces, después incluso de las contradicciones y las ilusiones.

Correré por el fuego, otra vez.
De hecho ya ha empezado la carrera.
Siento la meta, aunque sea incapaz de discernirla, ahí está, esperándome en alguna parte para ahogarme y hacerme arder por última vez.

No voy a matarte porque quiero que veas, que sientas, que disfrutes y que huelas todo lo que va a pasarme; que cada vez que derrame una gota de sangre, tu lengua, siempre fiel, me limpie y trace vida donde la muerte se cierne. Que los gritos que ahogo sobre tu pecho sean el toque de queda para todo mi sistema mitocondrial y me apague.

No voy a matarte porque no quiero que te pierdas ni un solo segundo de cómo me matas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario