martes, 29 de diciembre de 2015

Divinidades.

Suscribo tus palabras como un credo en el que dejo la cordura y parte de la vida, pero es que no puedo entenderlo de otra forma. 

No puedo implorar a los dioses que el cielo comience a manar sangre en vez de lluvia. 

No puedo pretender embotellar la tramontana para bebérmela en mi ansiedad. 

No puedo hacer que crezcan flores de cerezo en los pinos ni que los crisantemos huelan a rosas.

No puedo pedir que los perros vuelen, que las avestruces naden y que los tiburones pasten en los prados.

No puedo conseguir que nieven granos de café.

Solamente puedo aceptar la naturaleza de las cosas, saber que nada va a cambiar aunque la muerte me lleve. 

Saber que siempre seré minúscula en tus ojos y un juguete en tus rodillas.

Quiero dejarlo todo como está, 
protegiéndome.

Por eso creo.