martes, 30 de septiembre de 2014

Cachorro.

Entras en mi vida a punta de pistola.
No hace falta. Baja el arma.
Te doy la bienvenida con gran gusto,
me interesa tenerte cerca.
Tu amor por cuidar cada detalle,
el cariño concentrado en pequeños gestos,
la sutileza que dedicas en tu intento de agradar.
En serio.
Pierde cuidado. Tienes la puerta abierta.
Es tu don innato.
La estética en el movimiento de tus brazos al caminar
como un péndulo.
Hipnotizante.
Ya sabes que puedes pasar.
Pero las amenazas son tu firma,
te motivan para el fin: Atemorizar.
Y todos tiemblan.
Todos menos yo, claro.
Los depredadores más mortíferos son los humanos.
Y tú eres un ejemplar de un magnífico mamífero.
Ahora ya no importa.
Dispara.






domingo, 28 de septiembre de 2014

Simpático y vago.

Soy friolera por naturaleza.
Me gusta el invierno, como a los Stark.
Por eso,
si vas a darme tu amor
hazlo en frío, por favor.

Pero el otoño...
Es otro nivel.
La brisa acaricia mi pelo 
y el sol ya no me quema la piel.

Ya sabes cuánto me gustan las caricias,
- en realidad no todavía,
pero tienes un leve conocimiento de causa- 
en espalda y nuca sobre todo.

Aunque tú no me rozas con las manos.
Lo haces con palabras
ni siquiera verbalizadas.
Te leo y sucumbo,
a ti como al vértigo.

Los arrector pili se activan.
El grupo aductor se tensa.
Los extensores de los dedos de los pies se contraen.
El diafragma se relaja súbitamente
y se me escapa un suspiro que quiere ser grito.

Y cómo no,
mientras
los dientes se hacen cargo del orbicular inferior de la boca,
que sé cuánto te gusta,
- en realidad no todavía,
pero tengo un leve conocimiento de causa-
y sangro.

Rózame.
Acaríciame.
Pálpame.
Arrúllame.
Manoséame.
Abrázame.
Sóbame.
Magréame.
Tócame.

Hazlo con palabras.
El resto acabará asomando.

Felicidades.








viernes, 26 de septiembre de 2014

Houdini.

Tu especialidad no es la música,
Lo tuyo es la magia.
Te dedicas a prestidigitar y desaparecer a tu antojo.
Abres y cierras jaulas, sacas conejos de chisteras.
Creas con palabrería palomas que ululan en tu nombre.
Porque por muy hechicero que te creas ser
no tienes valor.
Por eso te ocultas con capas negras y rojas.
Te metes en barriles encadenados y te dejas caer sobre el público fiel.
Es lo que más te gusta, que nos embelesemos de ti,
creyéndote inalcanzable.
Pero siempre hay algo que sale mal
y cuando te ha tocado entrar en la caja,
pidiéndome a mi que clavara las espadas
te he atravesado el corazón.
No hubo atisbo de duda,
tu final fue certero.
No te hacía falta.
Llevabas toda la vida robándolos para romperlos.
Era tu chiste favorito.
Ahora es tu audiencia la que se carcajea.





jueves, 25 de septiembre de 2014

14.

Es un cuchillo.
Afilado.
Frío.
Desgarrador.
Delicado.
Cortante.
Sugerente.
Atractivo.
Despiadado.
Partitivo.
Hay quien no vería todas estas características en tal objeto.
Pero nosotros somos grandes observadores,
artistas sin leyes,
jugadores por naturaleza
y bellos sin piedad.
Escondidos tras binario y muros
mientras nos tiramos piedras
que se convierten en flores al chocar contra el cristalino.
O en invitaciones a fiestas
sin hora ni lugar.
Vivimos el momento
sin entregarnos a nada
que no sea la entrega misma.
Cambiamos de rumbo,
volvemos al inicio.
Desaparecemos en el equinoccio del día
preparando nuestros colmillos
para usarlos de madrugada.
Movemos engranajes intentando parecer despistados
pero tenemos escrito cada movimiento.
Hoy, por usted, brindo cortando.
Quien sabe mañana.




miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cosmos.

Me he duchado y he regresado a ti.
Húmeda en cada poro.
Me esperas solo con los vaqueros y una taza.
Observas anhelante las curvas sinuosas de mi reloj de arena.
No puedo más que sonreír.
Das un sorbo y me ofreces.
Agarro el recipiente abrasador con las dos manos y bebo sin miedo a quemarme.
Eso sólo lo hago contigo.
Una gota se desliza de mi labio
a mi mentón,
descendiendo en una sutil curva por mi cuello,
llega al esternón,
lo recorre por completo con una lentitud dolorosa,
ataca mi abdomen
y se detiene al llegar al ombligo.
Ya sabes lo que tienes que hacer.
El licor de los dioses no se desperdicia.

lunes, 22 de septiembre de 2014

(Paréntesis).

No lo pienses tanto, mi vida.
Deja que ocurra. Pasará.
Estaba escrito en las perséidas.
No sabes lo que te he amado.
Cada vez que inhalaba lo hacía en tu nombre.
Cada vez que exhalaba lo hacía por nosotros.
Has sido un sueño increíble,
de esos que no quieres despertar
y cierras los ojos intentando volver a dormirte
para saber como acaba.
Pero ya no.
En realidad sé que te duele el que haya cambiado de libro,
pero fuiste tú el que no quiso que siguiera leyendo.
Ahora estás tú, ahí, en la agonía de lo perdido,
varando en una orilla de incredulidad.
Pero yo siempre seré primero.
Y aunque te lleve en la piel,
hemos perdido el tesoro
Me tendrás siempre.
Tarde o temprano nos perteneceremos de nuevo.
Hasta entonces, buen viaje.
Nos vemos en el camino.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Technicolor.

Hoy estreno vestido y me gustaría compartirlo con usted.
Brocados coral, como el arrecife de muslos.
Los míos no tienen nada especial,
solo que son míos.
Y suyos, si todavía los anhela.
Jugamos con verbas como niños intentando explotar globos. No puede quedar ninguno.
En el embrollo de fotos y álbumes personales
a los cuales llamaremos trofeos de caza,
siempre obtiene una mención especial,
más o menos desacertada, pero siempre inherente.
Mis muslos solo son muslos.
Tensos o relajados, son muslos.
Pálidos o enrojecidos, no dejan de ser muslos.
Si despierto su sed
utilice mis huecos supraclaviculares como vaso.
Nos vemos.
Tengo una deuda pendiente.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Enzima.

Como buenos costureros
diseñamos ropajes para las noches otoñales.
Una acción recíproca,
tú tejes con amilasa
y yo con lipasa.
Mezclamos los hilos y creamos la gran capa
que nos cubrirá durante la entrega.
Mide bien, crea el patrón,
al revés de una servidora
que cose y emparcha a ojo
trozo aquí y allá.
No importa el método,
ambos acabaremos vestidos de saliva.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Cou.

"Te tengo, bebé"
Joder, ya lo sé. Ya sé que me tienes.
Desde el preciso instante que me otorgaste el beneficio de la duda.
Me tenso sólo con palabras, encadenadas una tras otra en una procesión perturbadora
que me deja sin aliento y me nubla el cristalino.
"¿Había alguna duda?"
No, claro que no. Puede. Pero ya no.
Muevo la cabeza en señal de negativa.
Si pudiera sonreír lo haría, La seda me lo impide.
Se acerca. Puedo oler el deseo.
"Mírame a los ojos"
Levanto la cabeza. Destellan.
Fagocitan mis poros con el ansia de un carroñero.
Levanta una mano, extiende un dedo:
Esternón.
Clavícula.
Mastoides.
"Bien. Vuélvete"
Un sonido gutural es cuanto alcanzo oír de su garganta,
grave, primitivo, ansioso.
Politoxicómanos de la anatomía
tenemos mono de cuellos y nucas.





Pruebas.

La lluvia siempre ha sido mi fiel compañera,
me ha acompañado en multitud de ocasiones.
Me gusta el aroma que deja en mi pelo
y como enfría lentamente mis pies y mis manos,
efecto que se contrarresta con café.
Eso me lleva a decidir si salgo o me quedo.
Si juego o pido tablas.
Me duelen las comisuras,
la sonrisa ha vuelto.
Reina por reina.
Continuemos.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Convulsiones.

Desacelera después de seis vueltas,
frena pausadamente sobre la fracción,
esa que durante meses he ansiado conseguir.
Una ruleta mejor que la rusa.
Con esta no se muere. Con esta te entregas.
De la manera que sea, no existen opciones ni posibilidades.
Y por fin lo he conseguido.
Mi trofeo personal.
La fracción del fractal.
Me miras
y te observo pixelado, semidesnudo.
Sonríes. No sabes qué me ha tocado.
Mi páncreas comienza a ser una fuente de adrenalina infinita.
Empieza a intoxicarme
a segregarse por todo mi ser
casi hasta ahogarme.
Desesperas, sin perder la sonrisa.
Te toca tirar; yo ya tengo mi premio.
Mi fracción es LUGO.




martes, 16 de septiembre de 2014

Quid pro quo.

Estoy descalza en la arena.
Mi piel está áspera por la salitre y me lamo una muñeca.
Me recuesto con la humedad de la playa a mi espalda.
Suena It ends tonight, en el iPod y en mi cabeza.
Una notificación interrumpe la melodía,
ésa que tantos años lleva tatuada en mi alma,
en un hueco oscuro y profundo de mi ser.

Es usted.
Usted. Sí, usted, él que está leyendo esto.
Sabe que lo sé. Sé que sabe que lo sé.
Y sobre todo quiere que lo sepa.
Porque duele, es lo que tiene la guerra.
Pero tengo claro que el juego no ha acabado, 
por ninguna de las partes.
Los perros sólo aúllan si les apetece.
Los labios traviesos sólo besan con lujuria.
Y con desesperación.
Envueltos en llamas.
Y desde aquí le digo
que aún conservan la esperanza de consumirse.
Espero el jaque.
Y debería saber que esperaré lo que haga falta.


L.

Mediodías.

Me he despertado guerrera,
desnuda,
con mi ropa enroscada en el edredón,
con los labios secos y la espalda sudada.
He querido vestirme, tapando lujuria y deseo
pero me he dado cuenta
que quizás
y solo quizás
tendrías que ser tú quien diera tal orden.
Calenté café y quemé mis manos con la taza.
Y el esófago, ese dulce calor en el esófago,
que tanto me recuerda mis noches insomnes
acompañada de mi carmín favorito,
fotografías
y una dirección de envío,
o más bien
un agujero negro.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Rueda.

Vives encadenando pasos hacía el vacío,
rememorando flashes de algo que nunca fue,
ilusionándote con cada nueva historia.
El café ya no es para ti.
Has tornado el secuestrador en sicario,
y los sicarios solo beben whisky barato.
Como tus besos, que también son baratos.
Los entregas como aval de un contrato inexistente, sin pena, gloria ni memoria,
a un truhán desamparado que ha perdido el tren y se ha visto cercado en tu territorio, mientras lo engañabas para que metiera la pata en el cepo.
Pero no.
Fue el quien diseccionó tu tórax,
arrancó tu parrilla con costótomo,
desgarró tu pericardio
y se llevó tu corazón en el tren de las 14:49.
No le esperes, 
agoniza mientras encuentras un donante compatible.
Seré yo quien te cosa.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Re menor.

Las notas vibran en tímpanos asustados por los recuerdos de noches pasadas,
de fantasías no vividas en sinfonías sin sentido.
Los gatos asustados maullaban a la luna sin motivo aparente.
Pero ellos estaban en el muro de piedra, duro y frío como el corazón de uno de ellos.
El otro clamaba con lengua voraz un sentimiento de palpitación no necesariamente cardíaca.
Las estrellas semejaban asustadas, distorsionadas por las lágrimas y el desconsuelo de manos impacientes,
sin ánimo de lucro,
sin control ni predicción,
sin límites plausibles
como todas los regalos que se hacen al amparo de noches frías de Agosto.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Ya.

Mientras escuchaban la sístole como un tambor tribal,
su anatomía temblaba 7 grados Richter.
El pino, indigno sucesor del nogal,
palpitaba y contorsionaba su estructura subatómica
en cada espiral
en cada vórtice
en cada warm hole
Volvía la vista atrás observando la destrucción del holocausto.
El campo de batalla más voraz es un colchón.
El arma más letal es una almohada.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Difuntos.

Muérete.
Púdrete lentamente.
Enférmate.
Deshazte de cada recuerdo.
De cada palabra dedicada.
De cada canción inherente.
Tú y tus motivos.
Disculpate y olvídame.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Cabos.

Se perdían entre sábanas y éter,
enganchados como yonkis de la creación más pura,
el placer carnal, infinito,
que se escapa entre la cuerpos prietos por sogas y bocas cintadas con látex flourescente.
A ti, que te llaman de mil formas
menos la que realmente te gusta,
esa solo es mía.
Me envuelves con seda infinita y encorsetada
del mismo color que mi piel,
violácea, en contraste con el blanco que habita normalmente en la tortura que es mi cuerpo.
Saltas los números de cinco en cinco
creyéndote Newton
cuando eres Leonardo,
creador,
destructor,
soñador,
visionario,
impaciente
y como no,
asesino.
Como tú y como yo.
Como ambos.
Aprieta fuerte. Que no se escapen los gemidos.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Encías.

Palpitan las nucas en la mañana del desconsuelo.
Arcos de molares recubren pieles saladas formando kanjis,
contando la historia de rebeldes que escaparon del hambre propia para probarse en una danza irremediable y agónica,
derritiéndose entre gemidos y salpicados por el rocío de la madrugada,
con el pelo tan húmedo como sus deseos
y los glóbulos rojos pugnando por salir de la prisión de cuatro trozos de tela.


sábado, 6 de septiembre de 2014

Carmesí.

Dilatando los poros.
Encendiendo mejillas.
Coloreando labios.
Enervando folículos.
Corriendo por capilares.
Derramándose por tu boca.
Emanando de mi vientre.
Extasiando las lenguas.
Encumbrando los clímax.
Agonizando en las entrañas.
Perdiéndose en venas.
Saboreando arterias.

Oh, sangre.
Eres todo.




Nada.

Fino hilo uniendo acantilados.
Vacío.
Quiero caer. Hoy lo deseo.
Un pie se escapa a la trayectoria del nylon.
Me hundo.
El abismo me llama,
acogiéndome con sus patas de tarántula
acaricia mis labios.
No hay más preguntas.


viernes, 5 de septiembre de 2014

Geishas.

La cámara apagada.
Comienzo el harakiri.
Uno.
Dos.
Calor.
Tres.
Cuatro.
Dolor.
Cinco.
Seis.
Sudor.
Siete.
Ocho.
Temor.
Las causas se entremezclan con las lágrimas.
Los porqués se disfrazan con el filo del metal.
Sigo esperando.
Una eterna agonía el motivo.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Incendio.

Quería ser tu poetisa.
Tu musa redentora.
Mirarte a los ojos y ver como se escapaban a mis labios rojos,
entreabiertos por el ansia de lo nervioso,
del frenesí que habita en oscuras moradas.
Quería ser tu precipicio.
Esa muralla infinita desde la que suicidarse mientras me entregaba a los sentidos más puros.
Quería ser un desahogo.
El último color por colocar en nuestro cubo de Rubik.
La última película francesa de la historia.
Quería ser tu amplificador de sensaciones.
Ver tu torso y suspirar sobre él,
como un ruego primitivo,
una acción protesta asesina,
un bisturí sanguinario circuncidando tu éxtasis.
Quería ser tu piel.
Un conjunto de entes.
Éter y seda.
Cuerda y caucho.
Proporcionarle cianuro al reloj.
Que el tiempo agonizara entre mis gemidos y los latidos de tu yugular.
Que los mortales nos observaran desde el sumidero mientras emanábamos humo y nos consumíamos en ascuas opalinas.
Sigo queriendo gritar tu nombre con lágrimas en las mejillas.
Sigo queriendo ser tu entropía.