miércoles, 6 de enero de 2016

Misiva.

Esto no es un texto, son meras pretensiones.

Voy a cuidarte.
Pase lo que pase, lo prometo.
Me encanta y te lo debo.
Quiero que seas feliz y duele ver que no es así.
Que no puedo hacer nada para cambiarlo.
No voy a hacerte daño.
Te juro que, aunque me esté muriendo, nunca te haré sufrir.
A ti, que me has sanado.
Te abrazaré, te besaré y te veré dormir.
Intentaré protegerte del dolor y, como siempre, acabaré perdiendo.

Perdida.

Pero no puedo -ni quiero- hacer otra cosa.